martes, 31 de diciembre de 2024

PARÁBOLA DE LA HACENDOSA

  

PARÁBOLA DE LA HACENDOSA

Estos últimos meses he abierto mucho el costurero. La ropa, esperando la cirugía ambulatoria apilada en una silla y los gritos lastimeros de las cortinas pidiendo ser liberadas del nudo que impedían su arrastre, no dejaban mi conciencia en paz. Puntada tras puntada he dejado los deberes hechos. A cambio, tengo los dedos como acerico. Ahora me invade la calma del deber cumplido. Ya puedo morir con la satisfacción de que no me crean dejada.

Haciendo balance me percato de necesitar una visita a la mercería. Debo bajar al Centro, pues en mi barrio ya cerraron todas. De una de ellas traje tremenda cantidad cuando hizo liquidación, pero al fin, es material fungible y veo que hay canutillos de hilo exhalando su postrera bocanada. Me recuerdan a un cuento que leí siendo niña, de esos con moraleja y moralina: una señora deja en testamento dinero y joyas a sus ingratos hijos y sólo un costurero, provisto eso sí de cientos de carretes, a la sobrina que la cuidó durante su enfermedad. La chica no tiene más remedio que ejercer de modista para no morirse de hambre y, como cose una barbaridad, gasta pronto las hebras descubriendo que están enrolladas en billetes del más alto valor (hoy serían de 500€ con el consiguiente problema con Hacienda, pero eso en tiempos de Maricastaña no se contemplaba) En mi caso la bobina es cartón o plástico y se muestra tan desnuda como la calva de un alopécico. Es hora de reponerlas y hago una lista de los colores que necesito, confiando en acertar. El ojo humano es incapaz de memorizar los tonos exactos y las fotografías mienten aconsejadas por la luz, buena abogada del diablo cuando quiere. Pongo los hilos agonizantes sobre una mortaja blanca y disparo la cámara. Ya tengo algo qué enseñar a la dependienta, aunque acabaré comprando tonalidades parecidas. Las tintadas nunca son iguales ni siquiera si provienen de la misma fabrica.

Todo esto pudiera ser metáfora de un año que se va, raído por frotarse con mil imprevistos, y de otro venidero reclamando zurcidos semejantes a bordados, incluso vainicas, pero quizá se tenga que conformar con parches. Yo solo pido hilos y luz sincera para poder hacer mis arreglos. Lo demás… he de confiar que se me dé por añadidura.

D. W




3 comentarios:

  1. Tirando del hilo, yo también me conformo con tener luz para poder parchear o bordar los zurcidos de esos rotos que la vida nos va dejando.
    Buenísima tu entrada, Dela

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  2. Respuestas
    1. Un hilo de una bobina tuya directa a una estrella pido.
      Enhorabuena amiga

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