…Y ESTO ES LA VIDA
Ayer me enfrenté a una jornada de las que se ha dado en llamar agridulce, como si esa calificación tan común, tan frívolamente gastronómica no resultara ridícula.
Desde la última vez que tuve a mis hijos bajo el techo de nuestra casa han pasado dieciocho meses y ayer los pude volver a disfrutar. Sus habitaciones están casi igual que cuando ellos las dejaron. Las mantengo limpias, con la desnudez de las camas cubiertas por colchas y cojines. Una ilusión óptica para creer que cada noche las deshacen.
Ayer fui feliz
Ayer fui desgraciada
Ayer fui consciente de que la vida son instantes
Ayer aprendí que no somos dueños de nada
Ayer fui a dar un pésame.
La pérdida reciente de una persona noble a quien apreciaba sobremanera y qué, por edad, hubiera podido ser mi hijo, ha revelado mi vulnerabilidad. No tengo un paraguas milagroso que proteja a los míos. Nadie lo tiene.
Ayer, siempre parece que fue ayer cuando fue todo.
D. W
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