viernes, 23 de junio de 2023

…Y ESTO ES LA VIDA

 …Y ESTO ES LA VIDA

 

Ayer me enfrenté a una jornada de las que se ha dado en llamar agridulce, como si esa calificación tan común, tan frívolamente gastronómica no resultara ridícula.

Desde la última vez que tuve a mis hijos bajo el techo de nuestra casa han pasado dieciocho meses y ayer los pude volver a disfrutar. Sus habitaciones están casi igual que cuando ellos las dejaron. Las mantengo limpias, con la desnudez de las camas cubiertas por colchas y cojines. Una ilusión óptica para creer que cada noche las deshacen.

Ayer fui feliz 

Ayer fui desgraciada

Ayer fui consciente de que la vida son instantes 

Ayer aprendí que no somos dueños de nada

Ayer fui a dar un pésame. 

La pérdida reciente de una persona noble a quien apreciaba sobremanera y qué, por edad, hubiera podido ser mi hijo, ha revelado mi vulnerabilidad. No tengo un paraguas milagroso que proteja a los míos. Nadie lo tiene.

Ayer, siempre parece que fue ayer cuando fue todo.

D. W




viernes, 2 de junio de 2023

RECURRENCIA

 RECURRENCIA 

 

Cada cierto tiempo acude a mis párpados el mismo sueño. Puede variar algo, pero el escenario es siempre una playa. La encuentro de forma casual, cuando voy perdida por una ciudad que es la mía sin serlo. Vuelvo una esquina y aparece el mar. 

En la ensoñación de anoche iba vestida de invierno, hasta con abrigo tendido al brazo. Y un bolso color morado oscuro, favorito y por eso ya algo gastado. Acercándome al agua no hundí los pies como otras veces, sino que procuré no caerme al agua debido a que el camino se había convertido en vereda estrecha, sintiendo ceder la arena bajo mis pisadas. 

Al levantar los ojos, la vista de la bahía se ofreció a ellos, pero difuminada por los bordes, al modo de vieja postal tomada con vaselina aplicada alrededor de la lente, truco fotográfico antiguo.

Junio me llega cada año de improviso, aunque mayo lo vocee treinta y unas veces con su voz de papel, y me trae, sin falta, un tozudo resfriado. Es hora de cambiar de ventana al cóleo, pues tampoco a él le gusta tomar el sol.

Mientras contemplaba el paisaje onírico oía, muy a lo lejos, una canción veraniega de la que no podría reproducir la letra. Cantos de sirena, quizás.

Es junio de nuevo, y me siento perdida.

D. W