CÁLIZ
Tú querías un vestido blanco
con tren bordado infinito
y un viaje igual de largo
en el que acostumbrarte a vivir
en brazos de un amor único,
mientras lamíais rodajas de luna
mojadas en miel.
Tú soñabas con beber champán
enlazada a su brazo,
en el escenario preparado
por la wedding planner,
aplaudidos por los invitados
cebados con perdices escabechadas,
criadas en granja industrial.
Tú, segura de que él te llenaría la vida,
le cediste la tuya al compás de la epístola:
el amor disculpa sin límites, espera sin límites,
soporta sin límites.
Ignorabas la existencia del desespero,
que hasta un cáliz se desborda
y que hay límites insoportables.
Tú no sabes cómo acabaste en el suelo
junto a la copa rota y las burbujas muertas,
el champán sabiéndote a sangre y
con moratones por collar.
Desde entonces vas arañando las paredes
hasta el puro ladrillo
buscando un sagrario para desprenderte del cáliz.
D. W
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