jueves, 24 de noviembre de 2022

CÁLIZ

 CÁLIZ 

 

Tú querías un vestido blanco

con tren bordado infinito 

y un viaje igual de largo 

en el que acostumbrarte a vivir

en brazos de un amor único,

mientras lamíais rodajas de luna

mojadas en miel.

 

Tú soñabas con beber champán 

enlazada a su brazo,

en el escenario preparado

por la wedding planner,

aplaudidos por los invitados 

cebados con perdices escabechadas,

criadas en granja industrial.

 

Tú, segura de que él te llenaría la vida,

le cediste la tuya al compás de la epístola: 

el amor disculpa sin límites, espera sin límites,

soporta sin límites.

Ignorabas la existencia del desespero, 

que hasta un cáliz se desborda

y que hay límites insoportables.

 

Tú no sabes cómo acabaste en el suelo

junto a la copa rota y las burbujas muertas, 

el champán sabiéndote a sangre y 

con moratones por collar.

Desde entonces vas arañando las paredes

hasta el puro ladrillo 

buscando un sagrario para desprenderte del cáliz.

D. W

 

 


 

 

 

 

 

 

 

jueves, 17 de noviembre de 2022

BAJO LAS LONAS

  

BAJO LAS LONAS 

 

Las mujeres siempre acudimos al baño en comanda. Es una costumbre de la que hasta yo solía hacer chistes. Tememos más a los acechantes que a las bacterias. 

 

Esta noche hemos caído exhaustas en las literas. Repartieron paños higiénicos, agua y harina y hubimos de guardar tres colas inmisericordes. Con el botín cocinamos tortas y los estómagos se esfuerzan en digerirlas, perdida la costumbre.

 

La muchacha rompe mi letargo tirándome del dedo del pie. Tal apremio veo en sus ojos que no me enfado. Me dice que la acompañe a las letrinas. Le pido que se lo haga en el pañal, la noche es peligrosa, aunque pretenda engañarnos coronándose de ascuas. Insiste y claudico.

Pestilencia y moscas nos guían hasta el reducto de puerta sin cerrojo. Entramos y ella se desploma en el suelo, sube su falda y ante mi estupor hallo un muñeco aleteando cual mariposa ronca. Lo envuelve una tripa azul lastrada por un hígado de cordero. Transcurre una vida o unos segundos y el muñeco se convierte en insecto blando flotando en cieno.

  —¿Quién fue? -pregunto absurdamente. 

  —Yo no hice nada… nunca he hecho…

Está en shock -pienso- yo también lo estoy, pero me quito el pañal y con él intento restañarle la sangre. Salgo a traer arena cómplice y unas garras me toman del cuello por detrás. Yo me revuelvo y le muestro las manos ensangrentadas ¡Impura! -grita la fiera- y huye. 

 

A rastras vuelvo al antro y esparzo la arena. Llevo los despojos a la hondonada donde arrojamos los desperdicios. Mis brazos estampados de cuajarones sirven de salvoconducto. Por una vez el color que pregona nuestro sexo no resulta una maldición. 

Intento no pensar en las ratas. Hoy también, para ellas, ha llegado el suministro.

 

Bajo la lona huele a hembra, a ovulación.

Me acuesto al lado de la muchacha y nos acurrucamos. Le susurro que ha tenido una pesadilla.

La culebra líquida rubricando la manta me desmiente.

D. W

 

*Actualmente hay SESENTA (60) conflictos armados en el mundo y por tanto también un buen número de Campos de Refugiados en los que, a pesar de las buenas intenciones de las ONG y fuerzas de paz, la violencia se ceba con las mujeres y los más débiles. El por qué no sé responderlo. Habría que hurgar en el alma (in)humana del humano. 

 



 

jueves, 10 de noviembre de 2022

GENEROSIDAD

 GENEROSIDAD 

Extraños algoritmos hacen que las personas que menos tienen sean las que den más. Hoy quiero hablarles de mi amiga María y a través de ella, de todos los humanos capaces de compartir su pan con bocas hambrientas.

Desafiando a los elementos, a los vecindones, al mal cuerpo. Estirando el desempleo, haciendo trueque de sus cosas por latas y pienso, María acude cada madrugada a alimentar más de cien gatos. En enero se le acaba la prestación y no encuentra trabajo estable. Creo que los malditos algoritmos también hacen que quienes más lo necesitan, menos reciban. 

Cuando leí su publicación, que es desahogo además de llamada de ayuda, me senté y le escribí uno de mis torpes poemas, deseándole con todas mis fuerzas que su situación mejore y que el dios de Spinoza permita que le toque el gordo de la lotería.

 

 

 GENEROSIDAD 

Tres tomates cuestan

dos euros cuarenta y cinco.

Si le doy dos monedas grandes al frutero me devolvería 

una pequeña:

cinco céntimos sobados, con mal color.

Los tomates huelen a tomate,

seguro que sabrán a rico tomate,

pero mi monedero enfermó de raquitismo burocrático

con suscripción a la pasta a secas,

senza pomodoro.

Le enseño de lejos la aceitera 

a la coliflor cocida y alegrada con zanahorias 

bajadas de precio por próxima caducidad.

Sin embargo, 

compré en el súper doce kilos de pienso,

y veinte latitas.

Los que maúllan de hambre en las calles, me esperan para comer.

D. W



sábado, 5 de noviembre de 2022

EL ARTE DE LA GUERRA

 EL ARTE DE LA GUERRA 

En los últimos meses he comprobado que se puede obtener el mayor placer con un solo dedo. Basta con rozar los tres puntos de la pantalla de mi dispositivo electrónico para bloquear a cualquier individuo/a que me estrese, sin importarme un pijo la de horasminutosaños que llevemos de “amigos”.

Bloquear es un verbo transitivo que se usa mucho en el lenguaje castrense: “Operación militar consistente en cortar las comunicaciones de un territorio”. 

Se piensa que el bloqueo es propio de gente inmadura incapaz de debatir, incluso de cobardes. Vista la mala educación que se maneja en las redes para mí es sinónimo de tranquilidad. Igual a quitarse una piedra del zapato o una brizna atrapada entre los dientes.

A las malas contestaciones, los insultos y descalificaciones, las groserías: STOP

Uno de los últimos bloqueos ha sido a un engreído “escritor” que subió a su muro un maravilloso cuento corto de Bioy Casares haciéndolo pasar por ser de su autoría. La acción primigenia ocurre en una estación de tren y el plagiado la sitúa en un aeropuerto. Por lo demás calcado.

Primero sentí asombro, después pena, a continuación, rabia. Busqué en Google el enlace donde viene el cuento firmado por su verdadero artífice y sin dejar ninguna explicación lo pegué en el hilo. No más brotaron las primeras caritas asombradas mi comentario acusatorio-esclarecedor fue eliminado. Yo hice lo propio con el carroñero. 

Supongo que este hombre creerá que los demás no leemos, que somos unos ignorantes. Y puede que no le falte razón pues muchos le felicitaban por haber pergeñado tan ocurrente historia. Si, lo sé. Una pena. Y un asco.

Ya no veré más su cara. Ni lo echaré de menos pues jamás entablamos conversación ni me felicitó en la bonanza ni se ha condolido con mis pérdidas. Eso sí, eventualmente me mandaba un mesenseger para que comprara sus PVt0s “libros”. 

Puntualizo: leí ese relato porque el zopenco le dejó el mismo título con el que lo bautizara Bioy y me llamó la atención.

A estos especímenes mentados son los que bloqueo, quedándome en la gloria. 

Mejor que el yoga. 

D. W




viernes, 4 de noviembre de 2022

GRACIETA

 GRACIETA 

El autobús los deja en la misma puerta del cementerio, aunque luego deben andar un buen trecho hasta donde reposan los abuelos.

La bolsa de nailon marrón con rayitas verdes es multiusos. Lo mismo carga con la compra diaria que con los bártulos de limpieza para adecentar una lápida.

 

Mientras la mujer le da al estropajo con mistol los niños corretean sin miedo por el Camposanto, alentados por la buena tarde otoñal, aún calurosa.

 

La chica encuentra un nicho que le parece muy triste, cegado con ladrillos y una capa rala de yeso, sin nombre ni fecha, solo una cifra en rojo trazada a prisa.

Le pide a su madre una flor para honrarlo, dejando además por esa alma un rezo. Se persigna y sigue jugando a leer los epitafios de las tumbas, mirando ensimismada las fotos descoloridas. De repente, ve salir tras de un montón de tierra removida, una figura vociferante envuelta en mortaja oscura. Profiere un grito tan espantoso que deben oírlo hasta los que duermen el sueño eterno.

Acude la madre espantada. El guarda lleva del brazo al “resucitado” que se retuerce. 

   —¡Este elemento merece una buena soba!

    —Quite usted que es un niño.

   —¡Pos casi se carga a esta criatura, está blanca como la pared!

Al niño, zagalón ya, se le ha antojado gastarle una broma a su hermana, disfrazándose con una bolsa de basura.

La madre quita hierro al asunto “no es pá tanto, hija”.

La muchacha solloza con el corazón encogido. Se ha orinado encima y está roja de vergüenza mientras su hermano no para de reír.

A la vuelta va de pie en el autobús para no mojar el asiento.

 

Al contarlo en casa el padre se atraganta con las carcajadas.

   —¡Ese es mi machote!, y tú, so tonta, ¡mira que mearte!

Nadie alaba la misericordia de la niña con aquella tumba abandonada. 

 

Aquella noche, una sombra se acerca a su cama y le susurra grandes secretos, como que la sangre a veces es agua. 

Jamás volverá a temerle a los muertos 

D. W