LES ESCUECE
El reloj me dice que son las cuatro y veinte de la madrugada. Llovizna con timidez en Madrid, oigo las gotas quebrase contra el alféizar de la ventana. Me da un escalofrío y arropo mis hombros con la rebeca de punto dulce que me traje para no destemplarme en el tren. Acaba un fin de semana de gincanas emocionales. Ayer, veinticuatro de septiembre y según el cuentapasos del reloj, anduvimos diecinueve kilómetros repartidos entre los pasillos del Prado y el recorrido de dos manifestaciones. Estoy molida y casi feliz.
Anoche, al terminar frente a Las Ventas la convocatoria contra la tauromaquia que hace PACMA anualmente, decidimos tomar un taxi hasta el hotel. Justo vimos uno del que se bajaba a toda prisa una muchacha que nos dijo “no os subáis con él, refiriéndose al conductor, que es…. “, esas últimas palabras no las entendí pues justo estábamos en un semáforo y ella se alejó a toda prisa. Yo, por inercia, entré en el vehículo siendo el propio taxista quien me dijo: “pues no se ha subido esa a MI TAXI llevando un pañuelo del PACMA, ¿que se cree ? ¡YO SOY TAURINO COMO BUEN ESPAÑOL! Y esto lo decía espumarajeándo por la boca, con la mascarilla, aún obligatoria en transportes públicos, sujetándole la papada.
Sentí una ventolera que me levantó del asiento mientras le decía: “YO TAMBIÉN SOY ANTITAURINA, así que adiós” saliendo como un cohete, Mi marido, que no se había percatado del incidente, me miraba perplejo “¿que te ha pasado?”. “¡Qué prefiero ir al centro andando!”. Cuando se lo expliqué me dio la razón y anduvimos hasta la parada de bus que nos llevó a Sol.
Ya, durante la lectura de los manifiestos, otro energúmeno spanish casposa edition infiltrado se puso a repartir improperios contra “la (puta) madre que parió a tanto antiespañol, pero la policía lo “invitó” a irse.
Aún existen mucho sádico de cubata en la mano y banderita en la muñeca que piensa que ser patriota es fumar puros y comer jamón. Que llaman, mancillando la palabra, “maestro” a un matarife, que opina que las mujeres están más apetecibles en casa con bombo incorporado que yendo a manifas. Por contra, otros estamos ciertos de que las tradiciones caducan, que no es de valientes sino de malnacidos quitar la vida a un animal a puyazos, prenderle fuego a sus cuernos tras atarle cuerdas pringadas de brea o empujarlo al mar para “ver cómo nada”. Salvajadas de siglos atrás que no corresponden a este, a ver si se enteran de una vez. Vamos, que ya se están enterando, pero su disonancia cognitiva unida a la poca empatía les ciega.
Para su desgracia aquí estamos nosotros y aunque nos insulten o pretendan humillarnos los tiempos van contra ellos. Nadie puede escapara de la evolución, excepto especímenes recalcitrantes que a la postre quedarán para la vitrina del “Museo de las aberraciones pasadas”.
Mientras, a los que nos duelen los animales no nos queda más que seguir siendo consecuentes, tener templanza “contra ira calma, contra la estulticia, sabiduría”. Y bajarnos de sus taxis, no comprar en sus negocios, boicotear todo producto que se fabrique en un pueblo cruel (léase los polvorones marca “el Toro” de Tordesillas) y demostrarles que somos mejores que ellos porque al enemigo no se le gana degradándolo, sino superándolo.
Les escuecen nuestros pañuelos verde esperanza. Pues dos y el tercero a la cabecera (de la manifestación). Seguimos. Ya falta un día menos para la ABOLICIÓN.
D. W.
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