viernes, 12 de agosto de 2022

BOBOS

 BOBOS

 

En ochenta días se puede dar la vuelta al mundo, pero es imposible alquilar una vivienda decente en Ciudad Paraíso, el Edén de hormigón colonizado por bares y pseudo museos para turistas. Para el autóctono es Ciudad Madrastra.

 

Zutano y Perengana solo se ven un rato cada noche cuando se encuentran, después del trabajo, en la pequeña vivienda de alquiler en la que viven. Hace tres meses la dueña decidió venderla, y aunque se la ofreció primero a ellos el precio de casi doscientos mil euros lo hizo imposible. Ni juntando las magras nóminas logran una hipoteca. Desde entonces han pasado ochenta días. Encontraron un único sitio que podían pagar: un piso gotoso, con las piezas de baño atacadas de ictericia y las paredes laceradas por estrías de gotelé y allá que pagaron tasas y comisiones pertinentes a la inmobiliaria. La víspera de la mudanza estalló el bajante del bloque, inundando de agua fecales el piso, volviéndolo inhabitable.

 

Quedan nueve días. El nuevo dueño los apremia a irse, dice que no puede pagar su alquiler actual y la hipoteca a la vez. La agente, después de mucho rogar, se compromete a buscarles otro, aunque les advierte que será mas caro. 

 

Quedan ocho días.

Todas sus cosas están en cajas, repartidas entre ambas casas. Algunas se han empapado no pudiendo siquiera sanearlas. Habitan en tierra de nadie.

La corredora de fincas se desentiende, no va a perder más tiempo con unos pobretones “por menos de setecientos euros no hay nada, les devuelvo el dinero y busquen ustedes, además cerramos por vacaciones”.

 

Queda una semana. Se sienten bobalicones que han gastado la vida trabajando duro y cumpliendo normas para que no les alcance ni a pagar un techo del que no llueva mierda.

 

Seis días empleó el Creador en hacer el mundo, no se sabe cuánto tardará Ciudad Paraíso en construir viviendas sociales, y eso que sus dirigentes viven como Dios, aunque no les cunde tanto. Zutano y Perengana rezan a san Judas y a santa Rita, patrones de lo imposible, pero parece que no tienen cobertura.

 

Deben dejar vacía la casa en cinco días y no tienen dónde ir. Un amigo les ofrece un cuarto y sugiere dejar sus pertenencias en un trastero, lo que significa renunciar a su intimidad e independencia, en suma, a la dignidad. 

Los dos años de pandemia y parón en el trabajo se han comido los ahorros. Zutano se indigna cuando lee que cierto alcalde opina que lo de la escasez de vivienda es un bulo, quienes no la encuentran es porque no están preparados para ejercer profesiones bien remunerados. Debe ser que tener un hogar sea privilegio de licenciados y no derecho universal tal como dicen que proclama la Constitución.

 

Mañana, mañana es el último día. 

A ella la ropa le baila en el cuerpo y bajo los ojos almacena en bolsas cárdenas las lágrimas que no vierte delante de él.

Esta noche Zutano libera una botella de vino de su mortaja de pompas plásticas. Es del año que se casaron. La guardaban para celebrar sus bodas de plata, dentro de veinte meses. Al destaparla el sofá se llena de miguitas de corcho “ni un buen vino supimos elegir, amor”. Y brindan con dos vasos desparejados, sin mirarse, por no encontrar en la mirada del otro la misma desesperación y se dejen llevar por ella.

D. W

*Historia real novelada, Zutano y Perengana siguen buscando piso y están con un pie en la calle.

 



 

 

 

 

 

6 comentarios:

  1. Hace tiempo que vendí mi casa, si aún la tuviera seguro que en la calle no se quedan

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    1. 💜💜💜💜💜💜💜💜💜💜💜💜💜💜

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    2. Aunque me etiquete como anónimo soy Dela: muchas GRACIAS por ofrecer tu casa, no dudo que lo hubieras hecho. Por fortuna acaban de encontrar piso, se verán achuchados porque se pasa un poco de lo que pagaban en el anterior, pero saldrán adelante porque son luchadores y no se merecen menos.

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  2. Que triste realidad...y pensar que tener una vivienda es un derecho social por el que se ha de luchar.Muy acertado el relato

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  3. Tan bueno como duro. Cuesta pensar que los sueños de nuestra generación se hayan convertido en esta pesadilla

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