sábado, 5 de febrero de 2022

OMMMM…

 OMMMM 

Hallábase dispuesta a probarse un anillo de platino y diamante cabujón cuando, al sobresaltarse por el timbrazo del Messenger, se le resbaló hasta el suelo quebrándose en añicos. De la boca del joyero enguantado emergieron cientos, miles de rayos estroboscópicos, iluminando su dormitorio.

Molesta y espabilada sin remisión, bajó de la cama descalza para desenmascarar al impertinente que la había sacado de tan linda ensoñación a las cuatro y veinte de la madrugada. Calándose las gafas, leyó:

“¿Eres espiritual?”

La pantalla volvió a encenderse, una larguísima estela azul preñada de letras blancas serpenteaba salida de la nada. 

 

“Salve, Terrícola:

El Maestro de Luz pide a los humanos de buena voluntad que expandan este mensaje por toda la Galaxia. Únete a las Celestes Legiones que recorrerán el espacio llevando un mensaje de Paz a los habitantes de otros mundos. Formaremos Legión y tú serás guerrera Interplanetaria que luchará contra las Oscuras Fuerzas. Nos, Semillas Cósmicas, nos unimos a los Hermanos Extra-Terráqueos contra los Malignos Entes que quieren vampirizarnos con virus y soberbia”.

 

Al llegar a ese punto el estupor cambió a la risa. Se sabe que las redes están llenas de chalados, pero este era genial.

 

“Hermana en Luz, el Maestro, apelando a tu bondad, te emplaza para que, justamente a las cuatro y cincuenta y nueve, salgas desnuda a la terraza, alzando sobre tu cabeza los brazos y entonando el Omsagrado con que vibra el Universo. Serás ungida con polvo estelar y formarás parte de Nos. 

Corto y Cierro”

No bien acabara de leerlo, otro mensaje saltó a semejanza de una rebanada de la tostadora: “Quedan diez minutos para el encuentro”.

 

Por pura curiosidad fue por el abrigo (desobedeciendo la orden de no llevar ropa) y, calzándose las zapatillas, se dispuso a no faltar a tan extraña cita. 

La noche reinaba fuera, negándose a abdicar hasta apurar la penúltima copa de sombras. No se veía nada más allá de la escarchada barandilla. Dos segundos antes de la hora indicada oyó acercarse un zumbido ¡ay que va a ser verdad! 

Una brisa cálida, intercalada entre el aire frío, hizo que sus cabellos ondearan a la moda de Medusa. Hasta dos palmos ante sus narices no vio al cíclope volador de mirada rojiza. 

Blandiendo la escoba medio calva de barrer nieve le procuró dos certeros mandobles que lo pusieron bocabajo.

El dron, para chasco del cósmico voyeur, se alejó chorreando cables.

D. W



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