HISTORIA DE AMOR
Te escogí al azar entre docenas de fotografías. Al encontramos rehuiste mis pupilas, arrastrabas las tuyas por el suelo queriendo ver donde pisabas, a donde te llevaban otra vez y con qué pensamientos.
Arribamos a tu hogar pese que aún no sabias que iba a serlo; me apenaban tu apatía, la tristeza que desbordaba tu cuerpo encogido.
Llegó la noche. Subiste conmigo al dormitorio y la mirada se te inundó con la luz de todas las galaxias existentes.
“¿Es para mí?” parecías decirme, incrédula de tu suerte: una cama propia donde acostarte por vez primera en tu perra vida.
La felicidad debe ser el rayo que vi en tus ojos.
D. W
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