domingo, 29 de agosto de 2021

BAJO MÍ

 BAJO MÍ 

Me entero ahora de que el caparazón forma parte del cuerpo de la tortuga, que no es su casa portátil; la unen a ella ligamentos y músculos.

Desde niña, como ese reptil, preferí enroscarme hacia dentro y ahora de vieja descubro que mi coraza no protege, antes mal, para huir resulta un lastre el llevar los huesos por fuera.

Me siento conmovida por la hemorragia de Afganistán que nadie es capaz de restañar. Y no es que ignore los otros conflictos que envilecen a este puñetero mundo, es que soy de las que se echan todo a la espalda y acabo herniándome el sueño.

No entiendo de geopolítica ni entro en el maniqueísmo. Veo al sistema como un tablero de juegos donde unos pocos ludópatas mueven a su antojo a las tres mil millones de fichas que pagan impuestos y votan. Las otras cuatro mil millones son pobres de solemnidad, ni se tienen en cuenta.

A poco que un jugador se enoje dará una patada al tablero, el otro montará en cólera y se pelearan, no cuerpo a cuerpo, sino azuzando a la carne de cañón reclutada, aunque caigan mientras sacan del infierno a los que huyen de tanta sinrazón. Entonces, se les devuelve a casa envueltos en el lienzo pertinente, junto a medalla póstuma y apretón de manos a sus padres; y a otra guerra que no es gerundio. Las piezas rotas se reponen fácilmente.

 

Huele el globo a fuego, los bosques arden. El Mar Menor sigue encogiéndose en su agonía. La burbuja en la que hacemos remedo de vida se resquebraja. Mientras derrochamos agua y energía muchos malmueren entre excrementos y no hace falta salir del perímetro urbano, los sintecho son ya legión.

Me siento de corcho, toda la ciudad me parece un set de “El show de Truman”. Las plazas nos han sido arrebatadas para llenarlas de mesas donde los turistas comen bazofia continental. En los chiringuitos se sirven sin rubor “chanquetes preñáos”; a saber que serán porque la codicia los exterminó hace décadas. 

Como no entendemos el aviso seguiremos para bingo.

*Escribo esto una mañana de agosto del 2021 que me sabe a cartón, porfiándome en creer que si hay días oscuros también existan noches luminosas.

D. W

 



 

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