martes, 20 de julio de 2021

INOLVIDABLE

 INOLVIDABLE 

Reposaban los cuatro sobre la cama king size del hotel Playita, uno de tantos que jalonan las costas del país.

Por la corredera medio abierta entraba un fresquito delicioso, julio suaviza su carácter cuando está junto al mar.

El aire movía los visillos hinchándolos, velas de barco que navega hacia el sueño. No corrían las cortinas forradas para dejar que los primeros rayos de sol los despertaran a lengüetazos.

La pareja encerraba a los hijos en un paréntesis protector, deseando que permanecieran para siempre en esa edad mágica. Seguían despabilados a pesar del cansancio de todo un día de diversión o quizá por eso. 

Entonces, un insecto grandullón se coló en el cuarto, golpeándose en su ceguera de luz contra las paredes.

Los niños gritaron saltando sobre el colchón, “¡sálvalo, papi!”.

Mamá abrió las puertas de la terraza lo más que daban mientras papá guiaba al intruso fuera, aventándolo con un pareo florido.

Al fin, el animalillo logró la libertad y los cuatro se tendieron riendo y jadeando en la cama.

“¿Como se llama el bicho?, ¿por qué ha entrado?”. Los chavales estaban más lejos de quedarse dormidos que antes del episodio.

Mamá inventó una historia sobre un tábano glotón que iba buscando el buffet y se equivocó de sitio. Ya había cenado sopa de margaritas y vinagretas, pero le quedaba hueco para el postre.

“Igual que vosotros y el papi que nunca os hartáis de dulce”.

Con las orejas tiesas y creyéndoselo pidieron más cuentos.

Hubo mamá de contarles el del haba que nunca se acaba hasta que las carcajadas los cansaron. Los rizos rubios de la niña y los oscuros del chiquillo se juntaron en la almohada.

Papá ya respiraba fuerte que no roncaba, eso no.

La madre los miró para grabar en su memoria ese instante. 

Se durmió agradeciendo su suerte.

D. W

*Publicado en “El Observador” el 16 de julio de 2021

 

 


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