domingo, 6 de junio de 2021

LITTLE ARACNE

 LITTLE ARACNE 

Percibo una mota dorada viniendo hacia mí; minúscula planta rodadora sobre la yerma mesa oscura. Me pongo las gafas y le descubro patas. Soplo y se desliza hacia atrás, pero insiste. Vuelvo a soplarle y reemprende el camino con tozudez. Es Jane Eyre bajo la tormenta huyendo del señor Rochester y su secreto. Al tercer soplido asustada, pero fingiendo valor, se yergue sobre los cinco artejos que conforman cuatro de sus extremidades, dejando al descubierto el abdomen, protegiéndolo con las otras cuatro donde imagino unos puñitos cerrados, amenazantes. 

Le pido disculpas a la araña rubia, mi intención fue la de bajarla al patio para que se ubicara en zonas más propicias a su especie. 

Estoy comiendo un currusco. Sé que los arácnidos son carnívoros, cazadores pacientes que se valen de trampas. Sus presas agonizan durante días hasta que se las come. Metáfora perfecta del tiempo.

Le arrojo un trocito de pan por si acaso esta es vegetariana. Cuido de no darle, aún así me temo que la impresión iguala a la de que un meteorito me caiga al lado.

Aracne baja la guardia harta de tanta estupidez. Ha comprendido que no quiero dañarla, así que se gira y toma el camino conveniente. 

Brilla como si fuera de oro. Su reflejo sobre el cristal la duplica. Me entran ganas de tomar ambas, espejismo y realidad, subirlas a los lóbulos de mis orejas y lucirlas como pendientes.

D. W



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