POR LEY
A dieciocho de marzo de 2021 se aprueba en el Congreso la Ley de Eutanasia. Representantes de PP y VOX se levantan de sus escaños tecleando en sus tablets las palabras: “la derogaremos”. Ellos siempre metiéndose en camas ajenas, sea para impedir joder o para jodernos. No soy tan ingenua como para no pensar que habrá sitios en las que aplicarla sea más difícil que en otros, y eso que esta ley española es la más garante de Europa, pero aquí está. Por fin.
El masoquismo consiste en alcanzar el deleite mediante el dolor; para los creyentes acérrimos no se llega a la gloria sin el combo oración /padeceres. Los sacrificios agradan al Dios bíblico, cruel con sus propias criaturas.
Los no creyentes discrepamos en que la vida sea un valle de lágrimas. El demonio son quienes se dedican a coartar libertades. No queremos que defiendan nuestra vida sino que aboguen por bien vivirla y, si vienen mal dadas, dejarla dignamente.
Ellos tienen su fe, nosotros ética y ambas son respetables. Muy suyos son de morir rabiando o atontados con fármacos, y los demás nuestros de decidir asistencia para evitarnos el purgatorio, sin que la mano que nos ayude cargue con el castigo.
El hombre que cumple la voluntad de su compañera, que ya no soporta más ser un vegetal, es tildado de asesino por una médica voxera que escarba en su dolor: “no estudié una carrera para matar” utilizando ese verbo agresivo con toda su (mala) fe; y que “existen paliativos” o sea: drogas que te dejan grogui.
Yo no quiero terminar babeando las sábanas, ni apartar de mí el cáliz que me libre de un cuerpo sin compostura.
Señorías disconformes: jódanse ustedes, que yo moriré como me dé la gana.
Por ley.
D. W
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