LA VIE EN ORANGE
Cada 1 de enero traspaso la pantalla del televisor y alunizo en Viena, con asiento VIP en el Concierto de Año Nuevo.
El de este año ha sido especial dado lo penoso de las circunstancias. Yo, que he tenido la suerte de oír un recital en la Sala Dorada del Musikverein, sentí desazón al verla vacía, sin la variopinta fauna selecta propia de la fecha ni los espléndidos quimonos de las asistentes japonesas; pero los músicos son seres excepcionales (recordemos la orquesta del Titanic) y tocaron para un público virtual sin amilanarse.
Quien sube a un escenario se nutre de la energía que emana del receptor y en esta ocasión, por ser presencialmente imposible, la organización ha querido que siete mil personas conectadas on line aportaran sus aplausos, aunque no tras cada pieza y tampoco en la marcha Radetzky, extraña sin el acompañamiento de palmas que nos convierte en un integrante más de la Filarmónica.
Muti emocionó con un inusual, por lo extenso, mensaje. “La música es importante, no por entretenimiento sino porque nos hace mejores. La salud es indispensable pero la salud Mental necesaria”, recordando a los gobernantes que la Cultura es bien “sine qua non” progresaríamos como sociedad.
Tengo un amigo que colecciona amaneceres porque no hay dos iguales. Cuando nos regala los de luz anaranjada le agradezco el chute de energía que me produce ese color. Los adornos florales que en 2021 hermoseaban aún más la Sala Dorada iban en escala, desde el más suave salmón hasta el naranja fuego.
Dijo el Maestro también “los músicos portamos flores en nuestras armas de paz”
El lenguaje mudo de las plantas puso esta vez letra a los valses vieneses.
“En Viena hay diez muchachas...”
D. W
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