MALA LECHE
Había una vez un pueblo que odiaba a los gatos. Quizá esto sea exagerar, empiezo: Había una vez un pueblo cuyo Ayuntamiento odiaba a los gatos. Los calificaba de animales sucios, de transmitir enfermedades, de ser, en fin, engendros malignos surgidos del infierno para extinguir la raza humana.
Ordenó al pregonero difundir: “los días tales se pasará por las calles “retirando” a todo felino sin dueño”. Se puede imaginar el destino de los presos, metidos en sacos serían golpeados hasta morir y después tirados al río, costumbre propia de la Edad Media.
Por vergüenza esto acaece hoy día en un pueblo de Cordoba la sultana, olvidando que cuando era mora los gatos se veneraban por ser animal predilecto del Profeta.
El sitio se llama San Sebastián de los Ballesteros y parece querer remedar la crueldad de los que asaetearon al Santo.
Escudándose en que son un foco de infección y molestias han organizado para los días comprendidos entre el 21 y el 25 de septiembre una matanza gatuna, un exterminio, un holocausto, ¿como sí no se llama al asesinato en masa de un colectivo?.
Su único crimen es no tener hogar ni empadronamiento, ser pobres de necesidad. Durante esos días de persecución la Muerte se paseará ufana por las calles del pueblo vestida de obrero diligente con logo municipal pegado en la espalda.
Les supongo durmiendo tranquilos pues los que carecen de conciencia no tienen problemas para conciliar el sueño. Son la gente de bien la que no pega ojo pensando en la masacre.
Al Ayuntamiento, me consta, han llegado miles de protestas y parece que está reculando aunque sea por “el que dirán en Europa”. Y la gente buena de allí, que la hay, la que ha mamado buena leche y bondad en su casa también se ha puesto en pie.
Veremos como acaba esto. Si persisten en su empeño habrán conseguido hacer este país mucho más inhóspito.
D. W
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