sábado, 29 de agosto de 2020

EL BAÑO

 EL BAÑO

Ama preparaba la bañera a su gusto, con aceite de almendras dulces y jabón de rosas. Su proyecto de gato la miraba curioso, era un entretenimiento para una tediosa tarde de verano verla hacer idioteces.

Revoloteando apareció una palomilla blanca, de esas que dicen pronosticar buenas nuevas.

La mujer lo percibió como excelente augurio. El minino sin embargo pensó que el dios de los gatos le mandaba un juguete.

Andaba la humana ciega momentáneamente por mor del champú cuando sintió a sus espaldas una zambullida, un tropel y mil alfileres pinchándole la retaguardia.

De un salto se puso en pie a riesgo de resbalarse sorprendiendo al travieso minino pugnando por salir de entre la espuma a suelo firme.

Ama lo agarró del morrillo y ahí quedó como nutria rubia, ungido, humillado y castigado en su maldad.

La palomilla, intacta, salió por donde entró haciéndole un corte de alas a la fiera.

Ama se miró en el espejo con la postura de Venus Calipigia viéndose el trasero tal que si se hubiera sentado sobre un muestrario de cortadores de pizzas. Mientras se retorcía para rociarse con clorhexidina pensaba en trocar por unos días el tanga playero por un decoroso bañador.

Tenía el culo como de venir de orgía sadomasoca con látigo de a euro.

D. W

 


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