lunes, 11 de mayo de 2020

DE SEGUNDA MANO

DE SEGUNDA MANO
La cita con el dentista coincidió con una tormenta de granizo, la  hubiera anulado de no serle insoportable el dolor.
Salió con un hueco en la boca, mordiendo una torunda. Seguían los cielos abiertos y se metió en una tienda de libros de viejo, aunque el vendedor era joven.
_ “¡Vaya diíta!”.
_¿Del dentista, no?”
_ “Ya ve, ¿puedo...?”, mascuyó.
_”Está usted en su casa”, le animó. La mañana no prometía mucha clientela así que mejor ser amable.
Entre las estanterías se olvidó del mal rato. Leía los títulos balanceando la cabeza como un metrónomo, descartando los leídos de la primera hilera y dejándolos con cuidado en el suelo para huronear en la segunda.
Tenía apartados varios cuando detrás de “El jinete polaco” apareció, reconociendo la encuadernación enseguida. Su madre había comprado la colección completa en Círculo de Lectores y él la devoró siendo adolescente. “Son para ti, quiero que el día de mañana tengas una biblioteca”, le decía a pesar tener que echar horas extra para pagarlos.
Ese título le faltaba. Lo sustrajo, sacándolo de su casa como un  ladrón, para regalárselo a la novia ochentera un San Valentín que le pilló sin un pavo.
Ella deseaba unos inalcanzables Levi’s 501, y él solo pudo  ofrecerle los despojos de una hamburguesería y filete de postre en un coche prestado. Aunque ambas carnes le fueron gratas dejó entrever un encantador desdén hacia el papel impreso.
No podía creer cuando lo abrió que fuera el mismo. La apasionada dedicatoria escrita cuarenta años atrás lo confirmaba.
La imaginó tirando el libro en la caja de los estorbos, el desprecio le escoció como recién infligido.
Lo devolvió al sitio, alguien sería feliz fantaseando sobre una historia de amor que al fin fue unilateral y carnívora.
_”Me llevo estos”. El librero estaba enfrascado quitando una bolsa de agua del toldo.
Ya no llovía.
_”Pos van a ser... 20 €  que los disfrute y a mejorarse”.
_”La vida es un bumerán, hay que aprender a cogerlo al vuelo o esquivarlo”, las palabras aún sabían a metal y colutorio.
_”¿Perdón?”.
_”Todo está en los libros” dijo alargando el billete azul.
Y se marchó esquivando los charcos.
D. W.
*Este relato fue publicado por la revista “El Observador” el viernes 24 de abril de 2020).


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