GREASE
El aburrimiento les da a algunos por comer y al Demonio por matar moscas con el rabo.
Hay a quien se le cierran las tragaderas, la desazón espesa la saliva y vuelve vagos los dientes, pasando los días a tila y tapas de valeriana. Otros alternan el ayuno con el atracón a deshoras.
Parece mentira como nos enloquece este “dolce far niente” forzoso. Los introvertidos tenemos las de ganar pues dentro nada nos falta, pero al ser el humano criatura caprichosa basta el que se nos niegue algo para desearlo, así que andamos parejos con los “callejeros”.
Por lo que parece, queridos compañeros de celda, saldremos de ella convertidos en figurines pálidos o fornidas valkirias.
Si es lo primero volveremos a caber en el vaquero funda que ya no abrochaba y presumiremos de pandero.
Si la asquerosa báscula se pasa de la raya veámosle la ventaja a engordar un poquito, las mollas no solo se instalan en la cintura.
Centrémonos en el aumento de pechos y luzcamos mejor escote que las vigilantas de la playa, aunque sea en secano.
Los señores también podrán dirigir los kilos extras a los músculos haciendo remo con el palo de la fregona.
Ni Popeye.
Por supuesto lo anteriormente dicho es intercambiable pues tetas, bíceps y mopas ya no son patrimonio de ningún sexo.
Sobrevivamos que después ya pagaremos la cuenta.
D. W. (L 20A 2020).
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