ARDIENTE FE
Jueves Santo en Málaga. Calle Mármoles hierve de pueblo anheloso por ver a su virgen de Zamarilla.
El Joaqui tiene dieciséis años y quiere pedirles moco de vela a los nazarenos, comer limones cascarúos y adelantar los tronos para verlos doblar esquinas.
De toda diversión se ve privado al tener que acompañar a su tía, ciega por su vejez y porfiada en que salir de promesa tras la Señora le devolverá la vista
Además debe alargarle el bocadillo a su primo que es hombre de trono y necesita combustible. Un planazo.
Mientras, sus colegas se la pasan requebrando a las mantillas, que se muerden los labios para no reírse.
El hermano mayor las ha aleccionado:
_”Aquí toas serias, que esto é cosa bien formá”.
Van en batería de a seis con las bonitas en el centro, las cardos a los lados protegiéndoles la virtud. Hay maridos celosos que piden ex profeso que su costilla vaya custodiá, siguiéndolas todo el recorrido por si algún malaje se mete con ellas.
A todo esto es ajeno el Joaqui atarragando del brazo a su tía a la que el empedrao en pie de media le hace andar como un pato. Se le ha antojado además llevar velita para dar más fuerza a su petición.
_”Tú tendrá cuenta de que no se la meta por el sentío a naide, ¿verdá, ío?”.
Asentía el muchacho, por aquellos entonces se acataba toda orden de los mayores.
La tita iba rezando y el Joaqui más aburrío que un mono pero al liquindoi cuando la vela se acercaba demasiado a la de enfrente, que resultó ser una jamona tocada con velillo.
Llegó el momento convenido para dar el refrigerio al primo,
_”Tita, apague osté la vela mientra voy a darle er bocaillo ar Pepe”.
_”Ni hablá, se tiene que consumí de una vé que si no no sirve”.
_”¡A vé si vamo a tené un sentí!”.
_Anda niño, vete liero, que la santísima nos protege”.
Obediente hizo lo que le mandaban.
_”¿Pero como lah dejáo sola?”, se espantó el Pepe trasegando un cacho jamón demasiado largo.
A esto se oye un revuelo:
_”¡Corre Joaqui por tuh muehto, a vé si é ella”.
En un achuchón la vela había prendido el velillo de la otra penitenta, que en segundos se hizo ascua de luz.
Las prójimas lo apagaron a golpes de rebeca.
Quedó la pobre tirada en el suelo, más dolorida que chamuscá.
_”¡A quien ze le ocurre darle candela a una ciega!”.
La aludida, con los blancos ojos asombrados llamaba a su sobrino. No le hacía falta ver, el pitote y el olor a moño quemáo la habían puesto al tanto.
_”Venga tita vamono, la Vinge ya ha visto su voluntá”.
_”¡Si, la de dejarme carva, so ia de lagranputa!” gritó la víctima.
Nunca supo el Joaqui como su tita pudo correr tanto.
D. W.
*Este relato fue publicado por la revista “El Observador” el viernes 3 de abril de 2020.
Fotografía propia de al autora del texto.
Lo leo lento sin chamuscarme.
ResponderEliminarInteresante diálogo andaluz.
Saludos
Jajaja, mejor así que con las peluquerías cerradas es complicado arreglar el desbarajuste.
ResponderEliminarSaludos para ti 🦋