SALUD Y LIBERTAD
Así saludan los buenos.
Hemos aprendido volando que son los bienes más preciados al privarnos de la segunda para salvaguardar la primera.
En un encierro cumplido en aras del bien común lo que más duele no es el hecho de no salir sino no poder hacerlo.
Gracias que el sol aparece y mete su mano por la ventana para esparcir alegría.
Cada cual, da igual que pase por esto solo o acompañado, se está mirando al espejo y puede que vea lo que nunca se paro a mirar, que no somos “naide”. Un ser nanométrico nos ha bajado del pedestal amenazando con ahogarnos el muy capullo.
Lo malo es que puede.
El temor nos niega el consuelo del sueño y las horas se multiplican como el virus en su caldo.
Cuando fui joven era llegar la primavera y sentir deseos de caminar hacia delante, sin más haberes que veinte duros en el bolso. Andar hasta gastar las tapillas del tacón y volver a casa medio coja.
Nunca lo hice porque pensaba que siempre podría hacerlo.
Cuando escampe prometo que jamás guardaré vestidos ni besos para una ocasión concreta.
La felicidad es fruto salvaje que nace en el camino, llenémonos la boca con él antes de que se pudra.
Al irnos solo llevaremos lo gozado y lo dado a los demás.
Libertaria y generosamente pues vivamos desde ahora.
D. W. (S 21 Mr 2020).
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