ARTEMISIA GENTILESCHI (1593-1654)
Quien tenga el placer de visitar la Gallerie degli Uffizi en Florencia se encontrará frente a un cuadro que de primeras atribuirá a Caravaggio, un “Judit y Holofernes” sobrecogedor, obra de una mujer.
Artemisia nació en el mejor lugar y época para el Arte: la Roma de finales del Renacimiento.
Su padre, el pintor Orazio Gentileschi, apreciando en ella cualidades la dejó ser aprendiza en su taller.
A los diecisiete años pintó un extraordinario “Susana y los viejos”, ante él Orazio reconoció que el talento de Artemisia superaba no solo al de todo el alumnado sino también al suyo.
Decidió buscarle el mejor maestro a pesar de que entonces era impensable que una mujer ejerciera tal oficio.
El escogido fue un reputado pintor llamado Tassi que accedió a darle nociones académicas, violándola durante una de ellas.
Artemisia gritó y luchó pero cuando llegaron los vecinos el crimen estaba perpetrado.
Juraba el crápula que ella lo sedujo, “¿acaso una mujer decente toma clases de pintura?”, atreviéndose a proclamar que el profundo afecto que unía a padre e hija no era únicamente filial.
Orazio denunció al infame. Las leyes disponían que el causante reparara el daño casándose con su víctima cosa que rechazaron.
Durísimo fue el juicio que se prolongó siete meses durante los cuales la joven tuvo que someterse a vergonzosos exámenes ginecológicos para demostrar que hasta entonces había sido virgen, incluso le tomaron testimonio bajo tortura para comprobar que no mentía.
Ganaron el pleito pero, gracias a sus poderosos contactos, Tassi sólo fue condenado a cinco años en destierro.
La reputación de Artemisia quedó dañada y su padre decidió emigrar a Florencia donde siguieron pintando.
Allí concibió el cuadro con el que empieza el relato tal vez como catarsis de la violacion sufrida. Holofernes tiene los rasgos del canalla y Judit los suyos, muy distinta a la pudorosa Susana pintada tres años antes.
Algunos historiadores aseguran que el vigoroso trazo de Artemisia nació por venganza obviando que ya antes era una artista consumada.
Al igual que otros creadores marcados por desgracias o enfermedades expresó su genialidad a pesar de ello no por su causa.
Su obra es, en palabras de sus contemporáneos: “Un prodigio, más fácil de envidiar que de imitar” pues confería a sus modelos femeninos la credibilidad carnal de su propia condición.
Vivió 63 años, se casó, tuvo hijos, amantes. Fue amiga de Galileo, admirada por los Medicci y la primera mujer admitida en la Accademia di Arte del Disegno en Florencia actual Academia de Bellas Artes.
Viajaba sola, negociando con hombres el precio de sus cuadros pues su esposo, al que abandonó, se reveló despilfarrador y putero. Fue libre y poderosa en una época hostil a la mujer.
Tras su muerte cayó en olvido, incluso atribuida su obra al padre hasta que a mitad del siglo XX el movimiento Feminista la convirtiera en SÍMBOLO CONTRA LA VIOLENCIA DE GÉNERO.
Representó siempre a mujeres fuertes, capaces de romper la rueda del martirio como Santa Catalina.
Sirva mi humilde homenaje de hoy para recordarla.
D. W.
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