ESTOY QUE TRINO
Una medianería separa los dos patios. El mío es pequeño, con algunas plantas, un pilón disfrazado de fuente y cachito de cielo propio.
El de mis vecinos enorme, invadido de trastos, macetas rotas y porquería.
Lo sé porque entré una vez para avisar que se me estaba inundando el garaje y el agua venía de allí. Habían cegado con toallitas los desagües.
Tienen un yorky de dos kilos al que no dejan pasar dentro porque caga y mea, aclaro que nunca lo sacan. Les pedí que me lo cedieran si les suponía molestia y respondieron que ni pensarlo, “¡con el dineral que nos costó!”.
Ahora, a los lamentos del perro que marchita su pedigrí en una caseta cochambrosa han sumado el de unos pájaros.
Hace unos días sus trinos me hicieron pensar que ya habían vuelto las golondrinas pero afinando oreja me di cuenta de la desesperación del canto.
No puedo verlos pero me duelen igual. Deben estar metidos en jaulas mínimas como zulos de castigo, revoleteando contra la parrilla de alambre que requema su libertad.
Me temo que más de una vez se olvidarán de ponerles agua y comida...solo salen al patio los días de guardar para hacer barbacoas dando voces hasta las tantas de la noche.
Les deseo que se atraganten con un hueso.
D. W.
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