DESAZONES
Quisiéramos tener un paraguas mágico para resguardar a nuestros hijos de las inclemencias del mundo.
Pero cuando salen a la vida deben luchar por ella con las armas que les hemos procurado: educación y decencia.
Muchas veces eso no basta ni podemos suplir con nuestra experiencia la suya.
Mirando a tu hijo tras el parto parece imposible que ese rollito de carne se haya llevado dentro, con los años aprendemos que jamás salen de ahí.
El dolor o la alegría de los hijos son los propios.
Solo respiramos cuando ellos recobran el aliento.
Y hoy yo respiro.
D. W.
Qué bonito escribes y cuánta razón !!!
ResponderEliminar¡Gracias, Aurora! 💓
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