¡Y TENÍAN CORAZÓN!
Andaba yo preparando la cena de Nochevieja, ensimismada rebozando las bolitas del entremés cuando un sonido inquietante me alarmó.
Estando sola pensé que fueran mis gatos, concretamente el Azuki que pesa seis kilos y ronca como un león pero no.
El ruido venía de muy cerca.
En un escurridor unas almejas esperaban a ser salteadas luchando para escapar a su destino.
Me acerqué fascinada por el horror que me producían sus lamentos. Algunas lanzaban un corto silbido, otras sacaban su cuerpo fuera de las valvas buscando la inexistente arena para esconderse.
Me dejó sin aliento su angustia. Hace años que no como animales pero puntualmente debo guisarlos para el resto de la familia. En esta ocasión fui incapaz.
Imagino al ocasional lector de este escrito sonriendo cuando no carcajeándose a mandíbula batiente.
Busco en Google y me entero de que estos moluscos no tienen cerebro ni ojos (igual que los políticos a los que en cambio no comemos) pero poseen boca, recto y sistema circulatorio con un corazón que les impulsa a la vida.
Triste final ser engullido y cagado por un ser más fuerte que una.
Bien pensado eso es lo que hacen con nosotros quienes nos manejan, limpiándose después el culo con total tranquilidad.
Esta conclusión me afectó tanto que confieso que esa noche me sentí triste.
Desgraciada como una almeja.
D. W.
¡¡¡ Muy bueno.....!!!
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