sábado, 11 de enero de 2020

LOCURAS Y CURAS

LOCURAS Y CURAS.
Leo que la iglesia quiere imponer a las parejas (hombre/ mujer por supuesto) cursos prematrimoniales de tres años. 
En todo ese tiempo no deberían, conforme a la ley de Dios y la decencia, mantener relaciones sexuales. 
Tampoco es lícita la masturbación que se acostumbra una al satisfacer y ya no hay novio que llegue al nivel. En cuanto al varón lo mismo. Nadie como él para saber cuando dar acelerador y  freno, por muy bien que después pueda adiestrar a su señora, novata además en onanismo.
Además “eso” no se toca, que salen granos y te quedas ciego. 
Tres años son una carrera profesional, imagino la graduación de las parejas polletonas recibiendo del curita su máster en convivencia matrimonial.
Y los papás y suegros aplaudiendo a sus nenes por haberles salido “como dios manda”.
El hombre, dicen, es más apetente de sexo cuando se siente cansado por eso el día que se note cachondo debe liberar a la mujer de sus quehaceres para que esta se relaje y esté dispuesta a abrir las piernas.
Cuando no quiera jarana que cargue ella con todo como es su obligación mientras él se pira al gimnasio.
“No es por vicio ni por fornicio sino para dar un hijo a tu servicio”, aconsejaba orar la doctrina católica antes de acometer el acto.
“Compañera te doy que no sierva” se oye en las bodas. Y es que hay cosas que si no te las recuerdan se olvidan, oye.
Aunque han reculado en ciertas normas van en serio en lo que parece de risa. 
Esas parejas, escogidas para ser progenitores de las nuevas tribus del Señor, son las que después tiran de anulación para eliminar  sus vínculos.
Ahora lo tendrán más fácil. Basta con alegar inmadurez cuando accedieron a estar 1.OOO días de abstinencia solo por lucirse en un templo perfumado de incienso.
Ningún juez, por muy eclesiástico que sea, dejará de devolverles la razón. 
Lo que nunca recuperan será el juvenil placer perdido.
Con su pan de oblea se lo coman.
D. W. 

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