lunes, 2 de diciembre de 2019

COJONES

COJONES 
Un cazador tiroteó a su perra recién parida, apaleándola después porque no moría, si, encima mal tirador. 
Luego la arrastró por la carretera hacia la muerte.
Una pareja que pasaba lo increpó, “¿como hace usted eso, por Dios?”, a lo que contestó: 
“PORQUE ME SALE DE LOS COJONES”.
Esas son las leyes del palurdo, del infame, del que basa su hombría en las almendras que lleva en la entrepierna y rigen su cerebro. 
Sus santos güevos no deben contradecirse so pena que se le sequen. “La perra es mía y hago con ella lo que quiera”. 
Su mujer también es suya, podrá dispararle. Y a sus hijos. 
Y a quien le parezca, que para eso tiene escopeta y licencia que buenos y malditos dineros le costaron.
Hasta que no aprendan que un hombre lo es por sus palabras y acciones seguirán rigiéndose por sus mezquinas partes.
No dan para más.
Gracias a las personas que no temieron denunciarlo tendrá su castigo, laxo y risible pero irán sentando precedente.
No por cojones sino por JUSTICIA.
D. W. 




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