martes, 12 de noviembre de 2019

El pollo del poyo

EL POLLO DEL POYO   (1870/195O)
Tan difícil resultaba en los corralones ganarse las habichuelas como guisarlas. 
Disponían de dos o tres cocinas repartidas por los corredores, poyos de obra de un metro de altura pegados a la pared, sobre los que se encastraban los fogones. Por su enrejado se echaba el carbón prendiéndolo por las bocas, unas puertecitas situadas en el frontal, con torcías de papel. 
El poyo hornilla se usaba por turnos aprovechándose las brasas para que el puchero prosperara. 
Cuentan que de vez en cuando desaparecía una olla con todo su avío dejando a su dueña cuajá de la impresión.
Las maldiciones de la burlada eran terribles, 
_”¡Me cago en vuehtro muerto, ojalá zé o jinche la barriga, zus cagueí pata abaho y que yo lo vea!”.
Después, asumida la pérdida se tiraba de los pelos.
_”¡Zin comé ze van a acostá mih sijo!”.
Con ventura alguna comadre le emprestaba pan sequito, si no café bebío, y al catre que el sueño alimenta.
Mucha era la solidaridad pero más las bocas y el hambre. 
Cuando el marido cobraba un chapú o las que servían sisaban las migajas de sus señores ponían en petestate el botín guisándolo sin despegarse de su vera, dándole soplillazos para expandir el aroma. 
_”¡Güele a gloria!”, decía empavonándose.
Las vecinas la miraban envidiosas pero antes muertas que reconocerlo. Con el dedo incrustado en los chupados carrillos se decían, “miralaaa...  que nunca tuvo camiza y ze encontró un cuello...”.
Había quienes chillaban a la prole antes de salir,
_”¡Niñoo..., límpiarze eza boca qué está de güevo!” Pregonando que habían comido lo que sólo conocían de zurcir. 
Si no se estaba al liquindoi los manojitos de boquerones menguaban al despiste de la cocinera.
El roá aceitoso en el bolsillo del ladronzuelo le delataba, enrojeciéndolo de vergüenza.
Solo quien ha pasado hambre comprende al hambriento.
_”Zi me pide te doy ¡pero no jinque la uña zo ího de la gran puta!, anda, ven pa cá”.
Y le daba un cacho pan, que más une la necesidad que la sangre. 
“¿Quien é tu pariente?
Er vesino enfrente”.
D. W. 

4 comentarios:

  1. Muy bueno, Dela, muy bien reflejada el habla malagueña y la solidaridad que surge de la necesidad, ojalá esa solidaridad estuviese activada siempre...

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    1. Ojalá, Aunque últimamente entre las mujeres esta surgiendo la sororidad. Y eso da esperanza.
      Un beso Marina .

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  2. Mi madre decía: "penacá pá cá"......aún yo lo digo así. Me encanta ése "deje" malagueño, ésa forma de hablar que tu tan bien reflejas en tus historias. Da gusto leerte.

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  3. Es que nuestro dejes y nuestras palabras son tan bonitos... con la globalización todos tendemos a pronunciar mas neutro pero siempre tendremos nuestro aire peculiar, el que habla de los orígenes y muestra como somos y hemos sido.

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